Un hombre con dudas
En los cuentos de la obra El Conde Lucanor del autor Don Juan Manuel (siglo XIV), podemos observar cómo el Conde Lucanor siempre empieza las conversaciones presentando un problema y donde Patronio le aconseja con un relato y le explica la razón por la cual él se lo aconseja, terminando con una moraleja. El conde Lucanor es un noble que parece ser muy humilde, pero para mí es una persona muy insegura de sí mismo y de muy poca experiencia. Por la razón de no poder tomar las decisiones por sí mismo, él depende mucho de su consejero para hacer cualquier cosa o solucionar cualquier problema. Ahora Patronio, el consejero tiene una gran experiencia con la vida, da consejos muy sabios y que dejan al conde con una buena imagen. Patronio siempre le cuenta un cuento relacionado con el tema para que así el Conde tome la decisión correcta. Eso es muy interesante porque ya la idea la han usado en un pasado y saben más o menos si el consejo es bueno o malo[ICM2] . El Conde siempre se pone de acuerdo con lo que Patronio le dice, ve que el consejo es bueno y lo escribe en el libro. La moraleja en dos versos del final condensa el sentido del cuento y favorece que el mensaje sea más directo y aplicable a la vida diaria.
Al final de cada cuento vemos cómo añade la frase “E la historia deste ejemplo es éste que sigue”. Los temas que estos relatos traen a la mesa son sobre la maldad, mentiras, envidia, problemas sociales y la hipocresía, entre otros más. Son temas que podemos ver que muchas religiones llevan al cabo, sin darse cuenta del daño que le hacen a los demás. Por ejemplo, podemos observar cómo el Conde para no ser un mal noble o ser criticado por su pueblo le pide ayuda a Patronio. En sí está muy bien cómo Patronio presenta su consejo con narraciones de la vida real, los cuales ayudan al Conde a poner sus ideas claras.
El Cuento XLI, es un buen ejemplo porque nos habla de cómo el conde pensó que era una buena idea a lo que le agregó “a las pihuelas ya los capirotes.” Patronio le relató el cuento del rey llamado Alhaquen, el cual terminó la mezquita no para el pueblo, sino para que lo elogiaran, y para él solo. De acuerdo con el cuento, Alhaquen era un rey que perderá su reino en paz, pero nunca se preocupó por mantener una buena imagen. Ser rey no solo se trata de cuidar lo que heredaron, sino que además tienen un pueblo a quien servir y una religión que tiene que practicar. Alhaquen nunca se preocupa por su imagen, [ICM3] cómo que daría su nombre si fallece, cómo las personas lo van a recordar si nunca hace nada por el pueblo. De acuerdo con el Cuento XLI, el rey Alhaquen “no se preocupaba por nada de esto, sino por comer, descansar, y vivir en medio de deleites.”
Cada uno de nosotros, tenemos nuestro Patronio que podría ser un tutor, amigo cercano o mentor, brindándole orientación o diciéndole qué es mejor para usted de la experiencia pasada que ha tenido. En caso de duda, siempre le pregunto a alguien que haya estado allí antes que yo o que sea mayor que porque sabría más sobre la situación que yo y porque ha estado allí antes y podría darme conocimiento sobre lo que no debo hacer o hacer para tener éxito. Creo que el conocimiento es algo que tienes que compartir y no es propio es prestado, aunque en esa época solo los de alto prestigio tenían ese privilegio, por eso tenía más ventajas que otros.